La amigdalitis, llamada también tonsilitis, es la inflamación de las amígdalas, unas glándulas situadas en la parte de atrás de la garganta, que hace que se hinchen y se vuelvan rojas. Pueden estar cubiertas por puntos blancos o amarillos de pus. También puede haber una hinchazón aguda de los nódulos linfáticos del cuello, lo cual puede hace que toda la zona esté muy sensible. Los síntomas incluyen dolor de garganta, dolor al tragar, cefáleas, fiebre, una sensación general de malestar, dolor de oídos, mal aliento y tos seca. En niños mayores y adultos con amigdalitis severa pueden formarse abscesos bajo las amígdalas, una afección conocida como anginas. La amigdalitis es común en la infancia, aunque puede producirse en cualquier edad.
HAY UN CIERTO NÚMERO DE COMPLICACIONES QUE PUEDE PROVOCAR LA AMIGDALITIS, ENTRE ELLAS INFECCIONES DEL OIDO INTERNO, FIEBRE REUMÄTICA Y SEPTICEMIA (INFECCIÓN DE LA SANcRE), PERO SON RARAS.
La mayoría de casos de amigdalitis no son realmente peligrosos. Sin embargo, en casos severos de infección bacteriana (inflamación séptica de la garganta) el paciente puede sentirse realmente extremadamente mal.
Causas
La amigdalitis suele estar causada por una infección vírica o bacteriana, normalmente la bacteria estreptocócica. La función de las amígdalas es proteger el cuerpo de la infección, pero cuando están sobrecargadas o cuando el paciente se halla con las defensas bajas pueden infectarse con los mismos organismos contra los cuales deberían proteger el cuerpo. Raras veces pueden desarrollarse complicaciones,como inflamación renal o fiebre reumática.
Tratamiento ortodoxo
El diagnóstico se efectúa en parte sobre la base del aspecto de las amígdalas. Puede tomarse una muestra de la garganta para identificar la causa exacta. Se administrarán fármacos analgésicos como la aspirina o el paracetamol para reducir la fiebre y el dolor, y hay varias preparaciones que actúan como anestésico local de las amígdalas, de modo que es posible comer y beber. Normalmente se prescribe penicilina para tratar la amígdalitis bacteriana. La amigdalitis crónica puede requerir una amigdalectomía (extirpación quirúrgica de las amígdalas) si ya no cumplen con su función de proteger el cuerpo. Para las anginas se administrarán inyecciones a antibióticos, y puede ser necesaria una incisión quirúrgica para drenar los abscesos.
TRATAMIENTO COMPLEMENTARIO
Homeopatía
Según los síntomas, se aplicarán remedios específicos. Un homeópata puede recomendar también descanso en la cama durante varios días y tomar hierro, complejos de vitaminas C y B y zinc.
Los remedios pueden incluir:
Belladonna: para la amigdalitis en la que la garganta está muy sensible y con dolor ardiente que lanza punzadas a la cabeza.
Hepar sulph: para la amigdalitis con un dolor punzante en la garganta como si se tuviera clavada una espina de pescado. Puede haber mal aliento y ronquera o pérdida de voz.
Mercurius: para la amigdalitis acompañada por mal aliento y con la garganta roja oscura, sensible e hinchada, y con dolor al tragar.
Naturopatía
El tratamiento puede consistir en ayuno y dietética, hidroterapia (incluidas compresas en la garganta y el tronco), remedios herbales y homeopáticos para drenaje y gárgaras, nutrición aplicada y osteopatía para drenaje linfático.
Terapia nutricional
Es necesario comer sano, con una buena ingesta de vitamina C, zinc y otros nutrientes, para un sistema inmunológico sano, y esto puede ayudar a prevenir la amigdalitis recurrente. Una vez empezada complementos de vitamina C pueden ayudar a acortar su duración y el tiempo de recuperación.
Fitoterapia occidental
Si hay accesos recurrentes de amigdalitis, los fitoterapeutas creen que son un factor clave que contribuye a otras enfermedades posteriores más adelante en la vida. El tratamiento se orientará pues a impulsar el sistema inmunológico además de aliviar los síntomas.Pueden recomendarse gárgaras de mirra, salvia, tomillo o índigo silvestre para reducir la inflamación, y se aconsejará vitamina C extra para ayudar a mejorar el sistema inmunológico.
Reflexología
El tratamiento será general y también orientado específicamente a los reflejos relacionados con el cuello, linfa, glándulas suprarrenales y también el plexo solar.
Otras terapias
La acupresión y el shiatsu pueden ser muy útiles para aliviar los síntomas. El quiromasaje con aceites esenciales antiinfección puede ayudar. La kinesiología ofrece un buen tratamiento orientado a todas las partes del cuerpo. Un fitoterapeuta chino usará agentes antipireticos, antiinflamatorios y hierbas desintoxicantes. La medicina ayurvédica proporcionará un curso de terapia antibacteriana y antivírica. La cristaloterapia y gemoterapia se orientarán a estimular el sistema inmunológico en general, y el terapeuta seleccionará también un cristal apropiado para llevar cerca del cuello a fin de ayudar a reducir los síntomas. Los aromaterapeutas pueden usar aceite de árbol del te, masajeado sobre la garganta y en la zona del cuello.
Incrementa las defensas del organismo, mejorando nuestra respuesta a virus y bacterias.
Es antiinflamatorio.
Es anticoagulante, vasodilatador y depurador.
En uso tópico, su jugo es un estupendo antiséptico. (Por esta razón, en la cocina cuando la carne de un ave o de un cordero empieza a oler se frota con ajo al ser un magnífico bactericida).
Ayuda en la hipertensión protegiendo al mismo tiempo el corazón y las arterias, dándoles mayor flexibilidad y manteniéndolas libres de depósitos de colesterol.
Ayuda a incrementar el nivel de insulina, reduciendo así los niveles de azúcar en la sangre.
Algunos estudios parecen demostrar que ayuda a incrementar el nivel de serotonina en el cerebro, ayudando a combatir el estrés y la depresión.